LA SOMBRA MINERA EN URUGUAY
Días atrás se publicó una entrevista que me realiza el periodista Fernán Cisnero, para el suplemento «Qué Pasa» del periódico uruguayo El País. (Es apropiado señalar que ese suplemento se destaca por abordajes temáticos en profundidad, articulando varias notas, y que en muchos casos tienen investigación por detrás, algo que no es muy usual en los tiempos actuales).
El contexto de la entrevista es la creciente polémica generada por las intenciones del gobierno de aprobar un mega-proyecto de minería de hierro a cielos abierto. Sí, aunque usted no lo crea, una país de base agropecuaria y turística, que casi no tiene minería, quiere convertirse ahora en minero. Y desea hacerlo apelando a una de las formas de mayor impacto ambiental, tal como es la minería a cielo abierto. Para completar las sorpresas, esto amenaza convertirse en el símbolo de la mas grande inversión, una muestra de adelanto económico, y de lo bien que se gobierna, desde una administración de izquierda.
Con Fernán Cisnero repasamos los pretendidos beneficios de la minería, como el ingreso de capital o la generación de empleos, y luego pasamos a sus «costos ocultos». Le respondo que esos «costos ocultos», son aquellos «derivados de los impactos sociales o ambientales que tienen los emprendimientos mineros y que no son contabilizados por los ministerios de Economía». A lo largo de la entrevista abordamos algunos de ellos, como la pérdida de renta agrícola-ganadera por los terrenos que se van a reconvertir en minería, o el costo económico de los impactos ambientales por contaminación o degradación ambiental.
Enseguida repasamos los problemas en el desarrollo que originan emprendimientos basados exclusivamente en extraer y exportar materias primas, o sea recursos naturales: poco empleo, poco o ningún encadenamiento productivo industrial, desbalances regionales, etc. Aunque se mantiene la aspiración que ese emprendimiento que genere unos rendimientos económicos, que el Estado usaría para financiarse a sí mismo, y sus programas sociales. El caso uruguayo, bajo un gobierno de izquierda, es un claro ejemplo de neo-extractivismo progresista (en el sentido del análisis presentado aquí …).
«Y volvemos a la pregunta del principio. ¿Qué se gana con esta apuesta? O quizás, ¿por qué un país apuesta tantas fichas a proyectos tan controversiales?» – me pregunta el periodista Ciserno.
La respuesta:
Esa misma apuesta se hace en Argentina y Brasil. Pero en los países tradicionalmente mineros (como Perú, Bolivia y Ecuador) el debate es cómo salir de ese modelo. En Uruguay ha habido una simplificación de las estrategias de desarrollo. Y eso está muy claro en esta incipiente política de Estado que es sostenida desde varios sectores políticos: reducir el desarrollo al crecimiento económico que se nutre esencialmente por el aumento de las exportaciones y la atracción de inversiones. Así que cualquier atracción de inversiones está bien vista y no se la hace pasar por un cernidor de qué empleos genera o no genera y qué encadenamientos productivos puede o no proveer al país. Eso puede ser entendible en situaciones muy frágiles de países que salen de una crisis, como Uruguay en 2005, pero no tiene sentido en este momento.
Avanzamos unos pasos más, y Cisnero pregunta: «¿Se está dando un debate serio?
La respuesta:
El gobierno progresista tiene una agenda de desarrollo muy convencional que estaba bien ajustada a circunstancias propias de mediados del siglo XX. Posiblemente eso tiene que ver con la generación a la que pertenecen varios
de estos líderes. Pero no es una agenda del siglo XXI.
«¿Cómo sería esa agenda?», nueva pregunta.
La respuesta:
-Pensar de otra manera la diversificación de los sectores productivos, potenciar y apoyar, por ejemplo, a sectores de nuevos emprendimientos manufactureros. ¿Por qué darle energía más barata u otro tipo de subsidio a un emprendimiento en recursos mineros y no a otro tipo de empresas que generen más empleo? En los países mineros, el debate sobre alternativas de desarrollo es cómo reducir su dependencia de la minería o de la exportación de crudo y la principal salida que ven como paso de emergencia es potenciar y diversificar su producción agropecuaria. Cuando uno les cuenta que un país con base agropecuaria como Uruguay quiere dar un paso atrás y convertirse en minero, lo miran asombrado.
Las entrevista se acompaña de otros artículos que ilustran el debate inicial sobre la minería en Uruguay, y en particular el llamado proyecto «Aratirí» de explotación de hierro. Se pueden leer «El Pozo» aquí … y «Especulación y agujeros» aquí …
La entrevista completa publicada en «Qué Pasa» (9 abril 2011, Montevideo) se puede leer aquí …
Hola Eduardo, justo el otro día me encontré con el artículo en el «Que Pasa» (edición impresa) y me encantó la verdad… realmente no tenía noción alguna de las contras de la minería, ni de todos esos «costos ocultos» (a nivel económico, pero también a nivel ecológico y social)…
Muy bueno la verdad!
Felicitaciones por el artículo.
Ahora solo falta uno tan convincente como este sobre la postura anti-nuclear y creo que adopto también esa postura… (de momento no tengo la información necesaria como para «declararme» pro, ni anti…) 😛
Saludos!
ME parece muy bueno el articulo, ojala logremos detener este proyecto de mineria.
Me gustaría comentarte sobre el tema de el cabo polonio.
Tu sabes que esta dentro de sistema de areas protegidas?
me pregunto 1_ quien querría comprar un terreno donde no se puede extraer nada, ni construir, ni sembar, ni siquiera hacer turismo aventura.
2_ si lo hace que podría cambiar de el actual estado de las dunas?
creo que tenemos que entrever mas alla de lo que el presidente dice, que lamentablemente en el nivel de comunicación es un poco desmedido. Y ver los echos. Te reitero , no estoy de acuerdo con aratirí. Igualmente, y dejando la pregunta abierta, como podemos utilizar hierro de otro pais sin que importe? al final es que este en nuestro pais ? o lo que importa es que habría que cambiar la forma de relacionamiento con el ambiente mas a nivel global.?
saludos