AMBIENTALISMO A LA IZQUIERDA, MAS ALLA DEL PROGRESO

AMBIENTALISMO A LA IZQUIERDA, MAS ALLA DEL PROGRESO
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Seguramente pocos se sorprenderán con la persistencia de los los más variados problemas ambientales bajo los gobiernos de centro y centro-derecha en América Latina. Pero lo llamativo es que problemas similares se repiten entre los llamados gobiernos progresistas o de la nueva izquierda sudamericana, donde su desempeño ambiental no ha sido particularmente mejor.

Este es un tema que sucita muchos análisis y discusiones. Lo he estado trabajando en los últimos años, no sólo por la urgencia de enfrentar la problemática ambiental en los países gobernados por esa nueva izquierda, sino también porque a mi modo de ver allí se encuentran buena parte de las raíces ideológicas que explican la fe en el progreso y la minimización de la dimensión ecológica.

Este decencuentro sorprende a unos, desiluciona a otros, debido a los apoyos mutuos entre organizaciones ambientalistas y corrientes político-partidarias de izquierda, que tuvieron lugar no hace mucho tiempo atrás (especialmente en la década de 1990). Pero buceando en la historia previa, el ambientalismo siempre mantuvo relaciones tirantes con buena parte de la izquierda, aunque muchas veces quedaron en segundo plano al compartir objetivos similares en la lucha por la redemocratización.

Sin embargo, en la actualidad, los gobiernos de la nueva izquierda tienen muchas faltas en la gestión cotidiana de los temas ambientales. Brasil, Bolivia, Ecuador o Venezuela, tan solo por poner unos ejemplos, padecen serios problemas ambientales, y muchos de ellos debido al embate extractivista. En el flanco de la elaboración teórica las cosas no están mejor. Por ejemplo, muchos de los teóricos del llamado «socialismo del siglo XXI» no incorporan la temática ambiental, y cuando alguno de ellos lo hace, es en un nivel muy genético. Pero a su vez, esas y otras aproximaciones, son bastante precisas en su crítica al capitalismo convencional, pero muy frágiles en ofrecer vías alternativas de salida.

Estos y otros puntos los comento en un reciente artículo comento con mayor detalle, continuando la línea de reflexión que se ofreciera en unos textos anteriores. En «La ecología política del progresismo sudamericano: los límites del progreso y la renovación verde de la izquierda«, que se publicó en la revista española «Sin Permiso», se abordan algunos problemas centrales, tales como la evidencia abrumadora de los límites a cualquier pretensión de crecimiento económico perpetuo, o la inminencia de un mundo futuro de la e escasez.

Una izquierda verde también hace que la crítica al capitalismo sea más profunda, alcanzando a la ideología del progreso sobre la cual descansa. Los sueños del progreso expresados en las actuales estrategias de crecimiento económico, de alto impacto ambiental y muy dependientes de las exportaciones de recursos naturales, no tienen futuro. Es un camino de altos costos sociales y ambientales, incluyendo la acumulación de impactos ambientales (por ejemplo con la minería), y limitado por la dotación acotada de los recursos (es el caso del petróleo).

Uno de los ejes centrales a considerar, es la necesidad de romper con la obsesión de las valoraciones instrumentales de acuerdo a la utilidad o beneficio de los humanos, propias del antropocentrismo. En cambio, se debe otorgar un papel central a modificar las formas de valoración de los que nos rodea, reconociendo los valores intrínsecos (valores propios) en el ambiente (el llamado biocentrismo). Aquí el camino lo marca la discusión sobre los derechos de la Naturaleza en Ecuador. Ese camino no sólo permite ir más allá de las perspectivas antropocéntricas propias de los estilos de desarrollo actuales, sino que es un cuestionamiento a uno de los pilares de la modernidad occidental.

Sin duda que los gobiernos progresistas representan cambios sustanciales en varios países, y se acercan a la tradición de la izquierda por sus esfuerzos en combatir la pobreza. Pero el problema es que siguen dentro del proyecto cultural de la modernidad, y las viejas ideas del progreso, basadas en la apropiación de la Naturaleza, aparecen una y otra vez. Eso explica la obsesión de varios de esos gobiernos con la minería o el petróleo, y toleran todos sus impactos sociales y ambientales.

Podría decirse que buena parte del ambientalismo de izquierda le pide al progresismo sudamericano que sea menos “progresista” y más de “izquierda”. Bajo ese espíritu, en el artículo se advierte que esto implica comenzar a desmantelar la ideología del progreso, por lo cual la tarea de renovación verde de la izquierda es tanto política como cultural, y comenzar a sopesar transiciones a un desarrollo post-extractivista. Será necesaria una actitud de mayor apertura, para dialogar con los saberes indígenas y tradicionales, y con nuevas miradas conceptuales, como las críticas del feminismo. También se debe ir más allá de la justicia económica, para ampliar el compromiso de lucha por la igualdad, donde la justicia no solo se extiende a otras esferas sociales, sino que también es ambiental.

Artículo completo en PDF: «La ecología política del progresismo sudamericano: los límites del progreso y la renovación verde de la izquierda» – descargar…

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